Continuamos en 1997. Nuestro ya anciano Johan Hultin acababa de leer en la revista Science el artículo titulado “Initial genetic characterization of the 1918 "Spanish" influenza virus”. El autor de ese artículo era un joven biólogo molecular llamado Jeffery Taubenberger. Jeffery trabajaba en Instituto de Patología de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos (el AFIP) ¿Fuerzas Armadas? ¿El ejercito metido en esto? El AFIP tenía fama de ser una de las instituciones con más poder en Washington, y a la vez la más desconocida y oscura. No pudo resistirlo y llamo.
Jeffery resulto ser una persona muy amable y hasta cierto punto un poco distraído. Rápidamente le contó que estaban trabajando en el estudio de este virus con la intención de conocer más su origen y como funcionaba.
- Johan, comprender los orígenes del virus de 1918 y los fundamentos de su excepcional virulencia ayudará a predecir las futuras pandemias de gripe...
y le contó con todo lujo de detalles que es lo que había pasado.
El AFIP practica autopsias a los soldados muertos en las guerras, y su Depósito Nacional de Tejidos archiva alrededor de tres millones de muestras. Un día, se le ocurrió mirar si entre esas muestras había alguna procedente de algún soldado muerto por gripe española. Al día siguiente Jeffery recibió una llamada del depósito:
-Señor, hemos encontrado 120 muestras de soldados muertos por gripe española.
Inmediatamente se pusieron a trabajar, y se encontraron con los primeros problemas. Casi todas las muestras estaban demasiado deterioradas, y su estado de conservación no permitía hacer mucho con ellas. De las 120, al final solo 2 muestras fueron viables. Jeffery le contó a Johan que el virus en realidad estaba completamente destruido (por eso su tesis fracaso, y por eso el nunca se infecto). No obstante, los restos de “el asesino” estaban aun en las muestras. Lo que ellos pretendían no era encontrar al virus completo, cosa completamente imposible, sino su material genético (en esta clase de virus no es ADN sino ARN). Habían desarrollado una novedosa técnica para recuperar ese material y leerlo (ya saben A, T, C y G), pero tenían otro problema. El ARN estaba tan degradado, tan cortado en pedazos, que era casi imposible recomponerlo entero. No obstante, habían conseguido identificar 9 pequeños trozos de ese material genético, y la información que habían conseguido de ellos era muy muy valiosa.
El virus se trataba, como ellos ya suponían, de un virus de origen aviar. Un virus de las aves, que de alguna u otra manera había conseguido pasar a humanos. Ellos lo llamaron H1N1. (Os suenan estas siglas? Si, es un virus de la gripe aviar, como el que tenemos ahora, el H5N1). Hemos conseguido saber muchas cosas sobre ese virus. Hemos visto que posiblemente debido a la mutación en una de sus proteínas, este virus era muy virulento para los humanos. Sabemos como funciona, pero sin todo su material genético nos falta mucha información. Podríamos estar preparados si otro virus similar aparece, pero nos falta material para continuar. Nuestras muestras son dos pequeños pedacitos de tejido, y no podemos utilizarlos más.
Johan al teléfono no se lo podía creer. La técnica que Jeffery había desarrollado era magnífica, y podría servir para conocer todos los secretos de “el asesino”.
- Jeffery, yo se donde puedo conseguir más muestras. Te llamo en unas semanas.
Preparo la maleta corriendo, y el único material científico que metió dentro fueron las tijeras de podar el jardín de su mujer. A las dos semanas, y 47 años después de su primera visita, Johan estaba de nuevo en el mismo cementerio de Brevig Mission.
En esta ocasión los esquimales se alegraron mucho de verlo tanto tiempo después, y le permitieron de nuevo excavar. Johan en este caso encontró los restos de una mujer bastante gruesa. Pensó rápidamente que lo mismo la grasa había ayudado a proteger los restos del virus, así que con las tijeras de su mujer, tomo unas muestras de pulmón y volvió a Estados Unidos. Se había gastado de su propio bolsillo 3200 dólares.
Sin pasar por casa, fue directamente a Washington y le entrego las muestras a Jeffery Taubenberger. Ya como colegas, Jeffery le prometió al viejo Johan que en cuanto supieran algo lo llamaría.
Meses más tarde Johan estaba tranquilamente en casa cuando escucho el teléfono.
- Johan, soy Jeffery. LO TENEMOS.
- COMPLETO?
- Si, viejo amigo, completo.
El viejo Johan no se lo podía creer. Con 73 años de edad, por fin terminaba su experimento, y culminaba el sueño de su vida. Os podéis imaginar como se pudo sentir en ese momento. Lloro de alegría. No había conseguido encontrar vivo a “el asesino”, pero al menos tenían todo su material genético para estudiarlo, y aprender para futuras gripes similares. El sueño de su vida se había cumplido.
- Pero Johan, aun hay algo más que deberías ver.
- Que ocurre Jeffery.
- Será mejor que vengas……
Continuara……